En la reciente medición sobre “Perspectivas Económicas Empresariales”, estudio realizado
por GRM en alianza con BNI, observamos que casi el 80% de los empresarios y ejecutivos
entrevistados afirma sentir preocupación por la actual crisis política y económica del país,
sin percibir un cambio positivo a corto plazo. Y todo tiene un sustento, los cambios
frecuentes en el gobierno, los diversos actos de corrupción visible y la crisis política
generan incertidumbre en general. El contexto político sigue siendo complejo, con
continuas protestas y una profunda desconfianza en el gobierno. Esta situación ha
afectado negativamente la confianza empresarial como también de los consumidores, lo
que ha ralentizado las inversiones privadas, sin embargo, se espera una recuperación
moderada este año, con un crecimiento proyectado de aproximadamente 2.5% ante la
recuperación de ciertos sectores como la agricultura y minería.
En la medición del 2022 el 57% de entrevistados manifestaba que tenía planificado realizar
algún gasto, inversión o compra importante y para la medición de este año la respuesta
alcanza el 51% de menciones. Los motivos de la disminución en la intención de realizar
alguna inversión este año pueden ser diversas pero principalmente se centran en la
inestabilidad política y económica, los escándalos de corrupción generan desconfianza.
Otro aspecto que genera preocupación es la inseguridad a la que estamos expuestos, y
genera mayores gastos operativos también a nivel de las empresas, debiendo invertir más
en medidas de seguridad contra robos y asaltos, y tiene un impacto negativo en las
interrupciones en las operaciones, afectando la productividad y a su vez propiciando
costos adicionales. Los trabajadores también pueden mostrarse temerosos a trabajar en
áreas de alto riesgo, lo que puede dificultar la contratación y retención de talento
calificado.
A nivel del sector privado existe una gran expectativa por una pronta reactivación
económica del país y pese a vivir una situación adversa, los factores y condiciones que
podrían fomentar y motivar la inversión empresarial se relacionarían justamente con
políticas de estímulo económico, como por ejemplo la reducción de impuestos y créditos
fiscales, por orto lado las facilidades de financiamiento a tasas preferenciales o subsidios
para proyectos de inversión podrían reducir los costos de capital y alentar la inversión. La
inversión en infraestructura pública (carreteras, puertos, energía) y logística pueden
mejorar el entorno operativo para las empresas y crear nuevas oportunidades de negocio.
La confianza de los empresarios peruanos en una reactivación económica dependerá de la
estabilidad política, las medidas de estímulo económico, las condiciones del mercado y la
implementación de políticas favorables que propicien la inversión y el crecimiento
económico.